Los sueños de Samir se hacen realidad
Su familia le dio un santuario. Tú le diste una sonrisa
Romina vivía con su marido y sus dos hijos en un pueblo rural del norte de Argentina, un lugar donde la vida transcurre al aire libre, entre hierbas altas y patios polvorientos. Todos se alegraron cuando Romina se enteró que estaba embarazada por tercera vez. Su familia no tenía mucho -su casa de ladrillos construida a mano apenas podía albergar a cuatro-, pero tenían amor y fe en abundancia.
En la ecografía, cuando la pantalla borrosa reveló una clara brecha en la cabeza de su bebé, Romina se volvió hacia su pareja en busca de apoyo, pero él no estaba allí.
Había huido al ver la fisura labio palatina y nunca volvió. De repente, Romina tuvo que arreglárselas sola para criar a un niño con necesidades médicas especiales y a otros dos hijos con un pequeño sueldo.
"La gente me preguntaba por qué había decidido criarlo en la situación en que me encontraba", reflexiona Romina. "Yo respondía que... no perdía la esperanza de que en cualquier momento pudiéramos operarlo".
No fue madre soltera durante mucho tiempo; otro hombre llegó para ocupar ese vacío. Amó a Samir desde el momento en que nació y, a medida que el niño crecía, le enseñó a leer y a comportarse y a jugar a las canicas. Se llama Daniel, pero Samir le dice "papá".
La familia seguía luchando, pero para Samir todo era perfecto. Nunca se enteró que sus padres pasaron hambre para que él y sus hermanos pudieran comer, que muchas noches las pasaban en vela preocupados por cómo sería su futuro si nunca llegasen a poder pagar por sus cirugías. Lo único que sabía eran las largas y felices horas que pasaba jugando con canicas y pelotas de fútbol en la tierra junto a sus hermanos y convirtiendo una vieja tubería oxidada en su propio parque acuático privado.
Romina no quería enviarlo a la escuela. Le preocupaba lo que los otros niños pudieran hacerle fuera del santuario de amor que ella y Daniel habían construido para él en casa.
Desde el primer día, sus compañeros se burlaron de él e incluso le pegaron. Pero Samir nunca se sintió "menos que", porque resultó que el amor de su familia nunca fue un refugio. Era un cálido resplandor que vivía dentro de su corazón y lo acompañaba siempre. Les dijo a quiénes lo molestaban: "Nací así porque Dios me envió así. Mientras mi padre, mi madre y mis hermanos me quieran, soy feliz porque esto es lo que quiero".
Aunque tenía confianza en sí mismo, seguía sin tener muchos amigos. Se sentía solo, y eso se notaba en sus deberes escolares.
Cuando Samir tenía seis años, la determinación y la incansable fe de su familia se vieron por fin recompensadas cuando descubrieron que podía ser operado de la fisura labio palatina gratuitamente en un hospital local gracias a Smile Train. Romina lo calificó de "sueño hecho realidad".
"Después de su operación, toda la familia ha cambiado", llora Romina. "Lo que más ha cambiado es que se relaciona con otros niños; tiene más amigos. Se anima a sonreír a los demás. Ahora tiene la posibilidad de ser alguien en la vida, de tener un buen futuro, un trabajo; que la sociedad ya no lo señale con el dedo como antes. Hoy es un niño que puede hacer lo que quiera en su futuro".
"Siento una enorme alegría por Samir", dice Daniel. "He conseguido lo que quería [operarlo]. Gracias a Smile Train".
Regala hoy esperanza, fe y sonrisas a otro niño y a una familia que lo necesiten.