Sonreír en el Fin del Mundo

Hilaria se alarmó cuando vio la cara de su hijo por primera vez. No es que le molestara ver la fisura labio palatina de Camilo. Más bien, ella y su marido temían no poder brindarle nunca los cuidados que su bebé necesitaba para crecer sano y feliz, ni siquiera poder acceder a ellos, ya que viven literalmente en el fin del mundo: la isla de Tierra del Fuego, en el extremo más meridional del hemisferio occidental, lejos de cualquier gran ciudad.

La preocupación no duró mucho. Pronto descubrieron que un equipo local multidisciplinario ya estaba en su comunidad, esperándolos para recibirlos con los brazos abiertos y proporcionar a Camilo todos los cuidados que pudiera necesitar y de forma totalmente gratuita gracias a Smile Train.

Nuestro modelo único, local y sostenible hace posible llevar el tratamiento de fisura labio palatina a todos los rincones del mundo. No hace mucho, el Dr. Diego Steinberg, cirujano socio de Smile Train en Buenos Aires y miembro de nuestro Consejo Médico Asesor de Sudamérica, viajó al sur para formar a cirujanos, otorrinolaringólogos, fonoaudiólogos, nutricionistas y otros miembros del equipo de FLAP de las dos ciudades más grandes de la isla. Gracias a su formación y a la ayuda del personal local de Smile Train, las familias de Tierra del Fuego que tienen hijos con FLAP ya no tienen que recorrer largas distancias para acceder a los cuidados esenciales. Está disponible a su alcance los 365 días del año.

"Decidimos... retribuir haciendo lo que tenemos que hacer, que es curar las caras de los niños con fisura labio palatina. Es algo muy bonito para nosotros. Nos hace sentir bien y da sentido a lo que hacemos", reflexiona el Dr. Steinberg.

Para familias como la de Hilaria, los esfuerzos del Dr. Steinberg fueron mucho más que "algo muy hermoso". Salvaron la vida de su hijo. "Cuando nos enteramos de que Camilo podía operarse, nos sentimos muy felices, porque no queríamos que esperara más de lo necesario para hacerlo", dijo.

Le impresionó especialmente el espíritu integral que animaba todos los aspectos de la atención en todo el equipo, incluida la atención a los padres. El día que Camilo entró en el quirófano -un día que Hilaria siempre recordará como el más esperado y el más angustiante de su vida- ese toque humano adicional lo significó todo para ella y su marido. Siempre "estuvimos muy bien acompañados. Teníamos la sensación de que estaban muy bien formados, y eso nos daba confianza".

Cuando por fin el equipo sacó a Camilo en silla de ruedas, ella sólo vio un futuro que le sonreía, brillante como el sol que se reflejaba en las cimas nevadas de las montañas que los rodeaban.

"Yo... doy gracias a Dios por la vida y a los médicos porque mi bebé pueda comer bien. Uno quiere a sus hijos como son, pero ahora con la operación, su vida va a ser mucho más fácil", dijo Hilaria. "Por el futuro de Camilo, que sea un bebé muy feliz, y ahí estaremos para acompañarlo en su nueva etapa con su hermosa sonrisa".
 

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