Anghelo se Eleva desde el Valle Más Bajo hasta el Pico Más Alto
Después de experimentar algunas de las profundidades más bajas imaginables, Anghelo y su familia ahora celebran sus vidas milagrosas.
Esta historia contiene referencias a intentos de autolesión y puede no ser adecuada para todos los públicos.
Muy alto en los Andes peruanos, en medio de las empinadas laderas y las ruinas escarpadas del antiguo Imperio Inca, Michela y Jorje vivían en una sola habitación de 12 pies cuadrados con sus dos hijos y otro en camino. El embarazo fue tenso desde el principio. Comenzó a sangrar en apenas su segundo mes; a los cinco meses, perdió tanta sangre que necesitó ser hospitalizada para una transfusión de sangre; un mes más tarde, necesitó ser trasladada de urgencia doce horas a Lima para una cesárea de emergencia.
Obra de un milagro, tanto Michela como su bebé sobrevivieron al parto, pero los médicos tenían un secreto para el que no estaban seguros de que la frágil madre estuviera lista. "Nadie me advirtió sobre el labio leporino y el paladar hendido", dijo. "Cuando lo vi por primera vez, me desmayé y tuve que esperar otro día para conocerlo. Nadie más ha tenido labio leporino y paladar hendido en nuestras familias, y estábamos más sorprendidos porque me habían hecho varias ecografías y no lo habían detectado. Así que no tuvimos tiempo de prepararnos para ello.
"Cuando vi por primera vez a Anghelo, era muy pequeño y pesaba menos de tres libras", recuerda Jorje. "Estaba acostado en una incubadora y lleno de tubos. Ninguno de nosotros podía encontrarle sentido a nuestros sentimientos o a nuestra situación.”
Anghelo pasó sus primeros meses entrando y saliendo de la UCIN. La pareja alternaba visitas a su cama para que al menos uno de ellos pudiera ganar dinero mientras que el otro lo cuidaba. Y aunque se preocupaban por la salud de su hijo en el hospital, lo que realmente les aterrorizaba era saber que pronto lo llevarían a casa sin tener idea de cómo cuidarlo.
Incluso en cuidados intensivos, Anghelo se atragantaba con leche debido a su labio leporino y paladar hendido y necesitaba ser alimentado con una fórmula especial a través de un tubo y un biberón. Estos suministros especiales tenían un costo que el seguro de la familia no cubría. "A veces, no teníamos suficiente dinero para pagar por los tubos o los pañales y los médicos del hospital nos regañaban porque no los llevábamos", recordó Michela.
Una noche, esta vergüenza y miedo abrumaron tanto a Michela que caminó hacia un puente cercano y se colgó a un pie sobre el borde estrecho. Cerró los ojos y estaba a punto de soltar sus dedos temblorosos de la barandilla cuando, milagrosamente, un extraño se fijó en ella y la convenció de no saltar. "En ese momento, no estaba pensando en nada. Ni siquiera en mis otros hijos. Nada.”
Afortunadamente, Michela pudo ver a un psiquiatra del hospital después de ese incidente. Llegar a entender que el labio leporino y el paladar hendido de su hijo no eran por su causa la liberó de la culpa que la había estado carcomiendo desde su nacimiento. Aunque todavía temía que no sería capaz de darle todo el cuidado que necesitaba, para cuando Anghelo fue dado de alta del hospital a los tres meses de edad, Michela ya no dudaba de que ella podría darle todo el amor que tenía, que era mucho más de lo que nunca supo.
"Todavía no sabía cómo alimentarlo adecuadamente, y el personal del hospital nunca me enseñó. Era una cuestión de vida o muerte, así que traté de alimentarlo con el biberón y afortunadamente funcionó, pero aun así fue difícil porque no ganaba peso fácilmente debido a su paladar hendido.”
Aunque la primera cirugía de labio leporino de un bebé ocurre idealmente a los tres meses, Anghelo no estuvo lo suficientemente sano como para tenerla hasta los dos años de edad, y solo entonces la tuvo porque la devoción de sus padres por su cuidado solo fue igualada por la determinación de Misión Caritas Felices (MCF), socio local de Smile Train, de no dejar atrás a ningún peruano con labio leporino y paladar hendido.
Con sede en Lima, MCF sube a cada cima de las montañas para ofrecer cirugías, apoyo nutricional, terapia del habla y todos los demás tratamientos a cada niño con labio leporino y paladar hendido del país que lo necesiten no solo para sonreír, sino para prosperar, todo gratis, gracias al apoyo de Smile Train.
Para familias como la de Anghelo, esa atención local hace toda la diferencia. Aunque su primera cirugía de labio leporino y paladar hendido fue exitosa, todavía necesitaba cuidados posteriores extensos para recuperarse completamente. Debido a que Smile Train apoya y capacita a proveedores locales como MCF, sus especialistas en labio leporino y paladar hendido siempre estuvieron allí para hacerle seguimiento a la familia, según fuera necesario, para garantizar que la recuperación de Anghelo se desarrollara sin problemas. Con su guía, Anghelo fue autorizado para recibir su segunda cirugía de labio leporino y paladar hendido tan solo unos meses más tarde, en el momento exacto en que estaba listo para ella.
"Oramos mucho para que alguien le diera a Anghelo la cirugía que necesitaba. Ya habíamos sido rechazados dos veces, y habíamos gastado mucho dinero viajando. Así que puedes imaginar lo felices que estábamos cuando finalmente fue aceptado", dijo Jorje.
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Hoy en día, Anghelo es un niño de cinco años saludable y feliz al que le encanta dibujar y siempre tiene la cabeza en las nubes, literalmente. Al verlo subir y bajar por las escarpadas laderas con aliento y energía ilimitados, su rostro brillando con una sonrisa mientras la nieve cubre los picos de los Andes, uno nunca sabría que si su familia hubiera tenido que depender de organizaciones basadas en misiones para recibir atención, aún podría estar confinado en su casa de una habitación, aún con un peso gravemente bajo, y aun mirando ansiosamente a esas mismas nubes para que el tratamiento que necesitaba llegara algún día.
"Estamos esforzándonos mucho para asegurarnos de que Anghelo reciba todo el tratamiento que necesita y estamos inmensamente agradecidos a los donantes de Smile Train, porque no hubiéramos podido hacerlo sin su apoyo", dijo Jorje. "Hay muchos otros niños y adultos que necesitan la misma ayuda que mi hijo, y muchas veces ni siquiera conocen sobre el tratamiento. Continúen haciendo posible el tratamiento en áreas más remotas.”
Ayude a Smile Train a llevar sonrisas a niños y familias necesitadas en todos los rincones del mundo.